Muchas familias empresarias se enfrentan a una nueva realidad desde el punto de vista de la creación de riqueza y la asignación de capital. Tras toda una vida donde el patrimonio familiar ha estado casi totalmente ligado a su negocio, se hace evidente la necesidad de reducir riesgos y diversificarlo. Este es un motor clave para las familias que buscan un patrimonio más independiente, especialmente para las nuevas generaciones que dominan la tecnología y están deseosos de emprender su propio recorrido empresarial.
Las familias empresarias son bien conocidas por sus estrategias de capital paciente, centradas en la creación de valor a largo plazo y no en la búsqueda de resultados inmediatos. El propio concepto de «capital» y la forma de asignarlo están evolucionando, y la idea del capital paciente es cada vez más amplia e inclusiva. No solo incorpora el uso de los activos financieros tangibles de la empresa, sino que ahora también abarca las fuentes menos tangibles de capital social y humano, que suelen reflejarse en el propósito y los valores de la familia.