Enfrentar el fraude, una prioridad para las organizaciones
Enfrentar el fraude, una prioridad para las organizacio
¿Qué es el fraude?
El fraude es una amenaza que está presente en el día a día, permeable en casi en todas las actividades de la vida. En la actualidad, cada vez se hacen más visibles los casos de corrupción, principalmente los ocurridos con recursos públicos. Pero, de igual manera, el fraude ronda a las empresas privadas y merece toda la atención de los accionistas y encargados de ejercer el gobierno corporativo.
¿Qué es el fraude?
En un sentido general, el fraude es una acción que resulta en:
1. Reportes financieros que, intencionalmente, no corresponden a la realidad.
2. Malversación de activos.
El fraude, ya sea debido a la emisión de informes financieros fraudulentos o a la malversación de activos, requiere:
1. Un incentivo o presión para cometerlo. Por ejemplo:
La gerencia está bajo presión por parte de fuentes externas o internas a la entidad para alcanzar una meta esperada (y quizás no realista) de ganancias o resultados financieros, particularmente debido a que las consecuencias de no conseguirlo pueden ser significativas.
Ciertos individuos pueden tener un incentivo para malversar activos; por ejemplo, porque quieren un mejor estilo de vida.
2. La percepción de una oportunidad para cometerlo. Por ejemplo:
Un individuo cree que el control interno se puede evadir porque ocupa un cargo de confianza o tiene conocimiento de deficiencias específicas en el control interno.
3. La racionalización del acto.
El individuo evalúa el riesgo y decide si comente fraude. Incluso, personas honestas pueden llegar a cometer fraude en un ambiente que les imponga presión suficiente y oportunidad para ello. Mientras mayor sea el incentivo o la presión, más probable es que un individuo pueda racionalizar la aceptabilidad de cometer un fraude.
Por el hecho de que el fraude es un acto que se oculta puede hacer muy difícil su detección. El riesgo de que no se descubra se debe a que puede incluir planes sofisticados y cuidadosamente organizados para ocultarlo tales como falsificaciones, la intención deliberada de no registrar transacciones o falsedades intencionales. Estos intentos por ocultar el hecho pueden ser todavía más difíciles de detectar cuando están acompañados de colusión.
Además, el riesgo de no detectar un fraude cometido por la gerencia es mayor que el perpetrado por empleados, pues la gerencia frecuentemente está en una posición que le permite manipular directa o indirectamente los asientos contables, presentar información financiera fraudulenta o ignorar los procedimientos de control diseñados para prevenir fraudes similares por otros empleados. Sin embargo, enfrentar el fraude es una prioridad que deben asumir todas las organizaciones.
La responsabilidad primaria por la prevención y detección recae sobre los encargados del gobierno corporativo y la gerencia; es muy importante que ejerzan énfasis en prevenir el fraude, lo que puede reducir las oportunidades para que tenga lugar, y la disuasión del mismo, al persuadir a ciertos individuos a no cometer fraude debido a la probabilidad de detección y castigo. Esto requiere comprometerse a crear una cultura de honestidad y comportamiento ético con supervisión oportuna. Esta supervisión incluye considerar el potencial para ignorar los controles u otra influencia indebida sobre el proceso de emisión de informes financieros, tal como los esfuerzos de la gerencia por manipular las ganancias a fin de influir en la idea que tienen los analistas del desempeño y rentabilidad de la entidad.
Por ejemplo, la creación de una cultura de honestidad y comportamiento ético incluye fijar el tono apropiado, crear un ambiente positivo en el trabajo, contratar, entrenar y ascender a los empleados apropiados, pedirles periódicamente a los empleados que confirmen sus responsabilidades y tomar la acción correspondiente en respuesta a fraude, ya sea real, supuesto o presunto.
Además, es indispensable contar con procedimientos para identificar eventos o condiciones que indican un incentivo o presión para cometer fraude, o que brindan una oportunidad para cometerlo. Por ejemplo:
- La necesidad de cumplir con las expectativas de terceros para obtener financiamiento de capital adicional puede crear presión para cometer fraude.
- Las bonificaciones por objetivos agresivos de ganancias pueden generar un incentivo para cometer fraude.
- Y un ambiente de control no efectivo puede crear una oportunidad para cometer fraude.
Algunos mecanismos que restringen una conducta impropia son:
- Una supervisión efectiva por los miembros del gobierno corporativo, en relación a un ejercicio escéptico, que cuestione las decisiones, estructura administrativa, operaciones y reportes.
- Una función efectiva de auditoría interna.
- La existencia y cumplimiento de un código de conducta escrito.
- Un sistema de comunicación fuerte con los encargados claves del control interno y los reportes financieros.
Fuentes: KAM, NIA 240
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