Por: Ignacio García de Presno, Socio Líder de Deal Advisory & Strategy,y Guillermo Goñi, Socio de Asesoría en Integraciones y Separaciones de KPMG México
El tercer trimestre de 2025 marcó un punto de inflexión para el capital riesgo (VC, por sus siglas en inglés) en México, presentando una caída significativa en el volumen total de inversiones. Con apenas USD 150 millones distribuidos en 17 operaciones, el país registró su trimestre más débil en varios años1. A pesar de esta contracción, existe un optimismo moderado sobre las negociaciones comerciales bilaterales en curso con Estados Unidos (EE.UU.), ya que disposiciones favorables en torno a los aranceles podrían impulsar la confianza del mercado a corto plazo.
Factores tanto estructurales como coyunturales influyen en la actividad durante el tercer trimestre de 2025: por un lado, persiste la cautela entre las inversiones en un entorno complejo, marcado por la incertidumbre geopolítica y macroeconómica, sin olvidar tensiones comerciales y desafíos regulatorios.
Por otra parte, esta desaceleración puede atribuirse además a la baja estacional en la actividad de fusiones y adquisiciones (M&A, por sus siglas en inglés) en EE.UU. y Canadá. Sin embargo, en medio de este panorama, las fintech lograron destacar y atraer capital significativo, lo que revela una evolución más cualitativa que cuantitativa en la inversión.
En México, este sector se consolidó como el principal receptor de capital riesgo, con operaciones que reflejan madurez y ambición estratégica para poder conseguir importantes rondas de financiamiento. Por ejemplo, uno de los “unicornios” fintech alcanzó una valoración de USD 1,300 millones en el país, lo que posiciona a la entidad como un referente en el ecosistema financiero digital. Además, envía una señal clara sobre el tipo de innovación que genera confianza entre inversionistas.
La evolución del sector fintech en México ha sido notable, ya que varias compañías han comenzado a transitar de modelos centrados en la emisión de tarjetas de crédito hacia una oferta más robusta de servicios bancarios, por lo que, ante la complejidad del proceso para obtener nuevas licencias en el país, muchas han optado por adquisiciones estratégicas que aceleren su expansión y consoliden su presencia en el mercado, adaptándose a los diversos desafíos regulatorios del país.
La inversión continuará siendo sólida, pues los fondos de capital riesgo siguen viendo una gran oportunidad, sobre todo en las startups que buscan democratizar el acceso al crédito en México. También se observa que las propias fintech están realizando operaciones e incluso adquiriendo bancos tradicionales para obtener una licencia bancaria.
Otro sector que ha logrado captar la atención, ha sido el de tecnologías limpias o cleantech, en el que la ronda de financiamiento de un operador de taxis eléctricos alcanzó los USD 250 millones. Aunque fue clasificado como capital privado para crecimiento, representa un hito relevante en la transición hacia modelos de movilidad sostenible. Además, esta operación subraya el creciente interés por soluciones que combinan la innovación tecnológica con acciones concretas de impacto ambiental, una tendencia que podría ganar aún más interés en los próximos trimestres.
A pesar de la desaceleración general, persiste un optimismo moderado en torno al futuro del capital riesgo en México. Las negociaciones bilaterales con EE.UU. sobre temas arancelarios podrían generar un entorno más favorable para la inversión, mientras que los sectores con desempeño destacado continúan demostrando que existen oportunidades reales para el crecimiento. En este contexto, el también llamado venture capital en el país parece transitar hacia una etapa en la que la calidad de las oportunidades supera la cantidad de transacciones.
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