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      Por: Sandra Carpio, Socia de Asesoría en Gestión de Riesgo Tecnológico de KPMG México

      Actualmente, las empresas están siendo afectadas por riesgos que se están presentando a nivel global llegando a su materialización y generando impactos económicos, de imagen, operativos (desde ciberataques y fallos tecnológicos hasta interrupciones en cadenas de suministro, desastres naturales, enfermedades, entre otros). Los planes de continuidad de negocio (BCP) han dejado de ser un documento técnico más para convertirse en una pieza central de la estrategia corporativa para su consistencia operativa.

      La pregunta ya no es si ocurrirá una disrupción, sino cuándo y cómo impactará a la organización. Y en ese contexto, las empresas que cuentan con un BCP sólido no solo sobreviven; mantienen su reputación, protegen a sus clientes, empleados y reducen pérdidas financieras que, de otro modo, podrían poner en riesgo su existencia.

      El atractivo para las organizaciones

      Cada vez más compañías de todas las industrias destinan inversiones a fortalecer su resiliencia operativa. Lo hacen por varias razones:

       

      • Clientes y stakeholders:

        Nadie confía en un socio estratégico que no pueda garantizar la continuidad y seguridad el negocio

      • Conciencia reputacional:

        En la era de la inmediatez digital, una crisis mal gestionada se traduce en pérdida de confianza en cuestión de horas

      • Conciencia operativa:

        Dados los eventos de inseguridad y las incidencias operativas conjugadas con la debilidad del control interno en algunas organizaciones

      • Transformación tecnológica:

        Migraciones a la nube, modelos híbridos de trabajo y mayor exposición al cibercrimen hacen indispensable integrar la continuidad en la estrategia de TI

      • Cumplimiento regulatorio:

        Estándares como ISO 22301 o marcos internacionales de resiliencia exigen planes probados y actualizados

       

      En otras palabras, el BCP dejó de ser un ejercicio administrativo para convertirse en un activo competitivo.

      Combinar experiencia global, metodología estructurada y conocimiento por industria ayuda a diseñar planes, así como a habilitar a las organizaciones sobre su ámbito local con herramientas de respuesta confiables, que funcionen en escenarios reales con esquemas probados en múltiples sectores y geografías.

      Tres elementos son clave para generar confianza y reflejar la experiencia de un BCP robusto:

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      Experiencia internacional: para anticipar riesgos emergentes y aplicar mejores prácticas que ya han sido probadas en mercados altamente regulados y desarrollados, aplicando lo mejor de cada país o jurisdicción en cualquier parte del mundo

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      Metodología clara y adaptable: para transformar la complejidad en pasos concretos y medibles, desde el análisis de impacto hasta la recuperación operativa del negocio

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      Perspectiva integral del negocio y TI: con el objetivo de asegurar que la continuidad no sea solo un proyecto aislado, sino una capacidad transversal alineada con la estrategia corporativa, un plan eficaz, confiable y compatible


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      Contacto

      Sandra Carpio

      Socia de Asesoría en Gestión de Riesgo Tecnológico de México y Centroamérica

      KPMG México

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