Por: Sandra Carpio, Socia de Asesoría en Gestión de Riesgo Tecnológico de KPMG México
Actualmente, las empresas están siendo afectadas por riesgos que se están presentando a nivel global llegando a su materialización y generando impactos económicos, de imagen, operativos (desde ciberataques y fallos tecnológicos hasta interrupciones en cadenas de suministro, desastres naturales, enfermedades, entre otros). Los planes de continuidad de negocio (BCP) han dejado de ser un documento técnico más para convertirse en una pieza central de la estrategia corporativa para su consistencia operativa.
La pregunta ya no es si ocurrirá una disrupción, sino cuándo y cómo impactará a la organización. Y en ese contexto, las empresas que cuentan con un BCP sólido no solo sobreviven; mantienen su reputación, protegen a sus clientes, empleados y reducen pérdidas financieras que, de otro modo, podrían poner en riesgo su existencia.