En la reciente década, la infraestructura ha tomado una gran relevancia porque se relaciona estrechamente con el desarrollo: al construirse, por ejemplo, caminos y hospitales, llevar servicios hidráulicos, eléctricos, energéticos, de recolección y tratamiento de basura, se crean al mismo tiempo cadenas económicas.
Con ese objetivo, se busca que para el periodo 2013-2018, haya inversiones cercanas a los 400 mil millones de dólares por parte del sector público y unos 415 mil millones de dólares por parte del sector privado.
Esta meta requiere proyectos integrales, es decir, si se busca crear un desarrollo urbano en un determinado punto, es indispensable proveer servicios, conectarlo a otras localidades mediante toda la infraestructura que necesite para que haya una calidad de vida adecuada y que, consecuentemente, el nivel de competitividad se eleve.