Por: Javier Mundo, Socio Líder de Energía y Recursos Naturales de KPMG México
Sin duda, la energía es una pieza indispensable para el desarrollo económico en el mundo, incluyendo las fuentes energéticas primarias que abarcan desde los hidrocarburos hasta las energías limpias o “verdes” como la nuclear y las renovables, respectivamente.
De acuerdo con el reporte Statistical Review of World Energy, en 2023, 82% de la energía primaria que se consumió en el planeta provino de los combustibles fósiles; por su parte, empresas especializadas en la materia consideran que la matriz energética global seguirá consumiendo hidrocarburos por varios años más.1
En este sentido, la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) estima que todos los combustibles fósiles alcanzarán su punto máximo (peak demand) antes de 2030, para posteriormente comenzar a reducir gradualmente su participación en la canasta energética mundial para llegar a un mínimo de 73% dentro de seis años, de acuerdo con uno de los escenarios planteados por la IEA.
A pesar de la demanda de hidrocarburos que hemos observado en los últimos años, se han establecido algunos cambios para poder alcanzar los compromisos de descarbonización globalmente, como el Acuerdo de París, lo que impulsará cada vez más una mayor participación en la matriz de energías limpias y renovables.
De manera local, dichas tendencias también son aplicables, ya que el sector energético es igual de esencial para alcanzar los objetivos económicos y sociales de crecimiento y desarrollo.
A saber, México cuenta con una matriz energética principalmente apalancada por el consumo de hidrocarburos; por ejemplo, aproximadamente 66.1% de la electricidad que produce el país se genera mediante combustibles fósiles.2
En este contexto y ante la ventana de oportunidad que representa el nearshoring, nuestro país requiere de un planteamiento de proyectos de inversión efectivo que permita a los sectores públicos y privados garantizar el abasto de energía suficiente, asequible y limpia.
Hace algunos años, México se comprometió a generar 35% de la energía eléctrica a partir de fuentes renovables para 2024;3 sin embargo, y de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2022, el país se encontraba en 28.7%, por lo que este compromiso no podrá cumplirse en el periodo de tiempo establecido; no obstante, nuestro territorio dispone de grandes ventajas para incrementar el uso de energías limpias debido a su extensa biodiversidad.
En este sentido, las inversiones derivadas del nearshoring, que probablemente se irán materializando durante los próximos cinco años, generarán un crecimiento en la demanda de energía, adicional al nivel de 2.5% anual que estima el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen).
Ante esta situación, se recalca la necesidad de elevar el potencial de crecimiento de energía eléctrica fotovoltaica y eólica en el mediano y largo plazo, las cuales representaron 8.4% y 7.9% de la capacidad instalada de centrales eléctricas en México durante 2023.4 Esto, también impulsaría que la inversión del sector privado contribuya a los esfuerzos que realiza la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para la generación de energías renovables.
Así pues, las oportunidades que derivan del nearshoring pueden ser tangibles para el país, pero queda claro que se requerirá de la energía como pieza clave para el desarrollo de la actividad económica, así como de la generación de condiciones para una industria eléctrica nacional sólida que garantice el suministro de energía confiable, a precios razonables y con una mayor participación de energías verdes dentro de la matriz, considerando que el panorama para México se verá beneficiado si se permite el involucramiento del capital y experiencia del sector privado.
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1. Statistical Review of World Energy, Energy Institute, 2023.
2. Infraestructura del sistema eléctrico nacional, Secretaría de Energía, 2024.
3. Programa sectorial de energía México 2020-2024, DOF, 2020.
4. Infraestructura del sistema eléctrico nacional, Secretaría de Energía, 2024.
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