Por: Roberto Mendoza, Socio Líder de Impuestos y Legal de la Unidad de Negocios Noreste y Socio Líder de la Práctica de Tax Transformation de KPMG México
Actualmente, cuando hablamos de tecnología dentro de la función Fiscal, generalmente se utilizan conceptos como automatización, nube, planificación de recursos empresariales (ERP, por sus siglas en inglés), engines, entre otros. Sin embargo, para las generaciones que nacieron hace más de treinta años ha sido más complejo adaptarse a estos nuevos términos, entender su aplicabilidad y, sobre todo, determinar cómo sacarles el mejor provecho.
Sin duda, el área está evolucionando, pero si bien en América Latina pregonan los sistemas de fiscalización “avanzados” que utilizan contabilidad electrónica y facturación digital, aún existen organizaciones con cierto rezago en la concientización de la relevancia de la función y, por ende, existe una clara falta de inversión en tecnologías escalables que las lleven a otro nivel.
Asimismo, hoy existen tendencias como los chatbots y la inteligencia artificial generativa (IAG) que son muy atractivas y que serán clave para la función a corto plazo; no obstante, la mayor parte de los grupos en la región sigue utilizando las herramientas tradicionales, lo que puede indicar que nos estamos quedando atrás, aunque percibimos que esto cambiará pronto.
A pesar de que se seguirán desarrollando grandes avances tecnológicos, estamos lejos de contar con una aplicación que con un solo botón calcule el impuesto sobre la renta (ISR) y con otro determine el impuesto al valor agregado (IVA).
Por lo anterior, resultará clave saber distinguir entre los diferentes tipos de tecnología disponibles y adecuarlos a las necesidades de las empresas, asegurando principalmente que se cuenta con claridad en los procesos de operación del área, y con ello ir tomando decisiones que sean escalables, es decir, siempre con miras al futuro para que sean soluciones sustentables.
Desafortunadamente, pocas veces sucede así. Ejemplo de ello es que existen grandes esfuerzos por parte de las compañías en proyectos de transformación digital que ignoran el vital papel que desempeña la función Fiscal en el proceso. De igual forma, pueden existir planes para transformar el departamento, pero nadie en el equipo tiene la sensibilidad adecuada ante los riesgos y no se le da la importancia apropiada al área.
Por suerte, cada vez hay más conciencia en el top of mind de los grupos empresariales sobre hacer partícipe a la función e invertir en la Dirección de Finanzas para evolucionar el perfil de las y los líderes, y del equipo. Incluso se implementan programas en las universidades para que se empiecen a incluir lenguajes de programación y cursos varios de análisis de datos en los planes de estudio, los cuales ayudarán a promover un mejor futuro para el área.
En conclusión, no hay que temerle a la tecnología dentro de la función Fiscal, ya que se está reforzando para complementarnos y no para hacernos competencia.
Nota: las ideas y opiniones expresadas en este escrito son de quienes firman el artículo y no necesariamente representan las ideas y opiniones de KPMG en México.
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