En nuestro país, el open banking es todavía una tarea pendiente; no obstante, recientemente el presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) señaló que las disposiciones de datos financieros abiertos estarán listas antes de que termine 2023, abriendo una gama de posibilidades para el desarrollo de nuevos productos financieros que, combinados con finanzas embebidas, darán a los usuarios un abanico de métodos de pago que hasta el momento no han sido desarrollados. Esto supone, además, un reto regulatorio y de riesgo operacional para todos los jugadores que estén inmersos en el ecosistema.
Sin duda, la participación conjunta de todos los involucrados en el ámbito, así como de los reguladores, será fundamental para acelerar el crecimiento y la adopción de nuevas formas de pago. Por un lado, los participantes deberán seguir desarrollando tecnologías y modelos de negocio que generen mecanismos de pagos sin fricción, seguros y de alta disponibilidad, y, por otro, el papel activo del gobierno y los reguladores será fundamental para generar las condiciones que incentiven la adopción de pagos digitales entre la población.
Finalmente, la reconfiguración del ecosistema de pagos más allá del efectivo y las formas tradicionales demandará la adopción de nuevos modelos de negocio bajo un enfoque de riesgos, sin perder la agilidad que los usuarios finales esperan.
[1] Bases de Datos de Inclusión Financiera, Comisión Nacional Bancaria y de Valores, 2023.