Las crecientes expectativas de reguladores e inversores impulsan a las empresas a adoptar un enfoque más proactivo para gestionar los riesgos de sostenibilidad, en el que estos queden integrados tanto en sus mapas como en sus marcos de gestión de riesgos.
Este enfoque debe tener en cuenta tres riesgos principales que pueden tener impactos negativos en los activos de las compañías, en su situación financiera o en su reputación:
- Riesgos medioambientales y climáticos
- Riesgos sociales
- Riesgos de gobierno
En el ámbito del cambio climático, los riesgos más visibles son los riesgos físicos, que se manifiestan en inundaciones cada vez más frecuentes, incendios forestales, aumento del nivel del mar y sequías. Los riesgos de transición derivados del proceso de adaptación hacia una economía de cero emisiones también constituyen un desafío para todas las compañías.
Preguntas que debe hacerse la función de riesgos
¿Dispone la compañía de procesos y controles para poder identificar los principales riesgos ambientales, sociales y de gobierno a los que está expuesta y evaluar su impacto en el corto, medio y largo plazo?
¿Conoce la alta dirección los riesgos ESG para poder adaptar la estrategia y el modelo de negocio?
¿Está preparada la compañía para hacer frente a los escenarios climáticos que auguran un aumento significativo de las temperaturas?
¿Integra la organización en los procesos de negocio y gobierno de productos los riesgos ESG?
¿Reporta la compañía a todos los grupos de interés los riesgos ESG a los que está expuesta, contemplando tanto inversores, clientes, empleados, comunidades, etc?
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