Por: David Escalante, Socio Líder de Family Office e Impuestos para Private Enterprise de KPMG en México

El regreso a la normalidad pone en evidencia la transformación que sufrieron diversos aspectos de los negocios en general; sin embargo, en el caso particular de las empresas familiares, los cambios suscitados han impulsado un replanteamiento no solo de los planes estratégicos y operativos que les permitan funcionar exitosamente, sino también de aquellos relacionados con la sucesión familiar.

En este contexto, es importante considerar dos procesos que pueden suceder en momentos distintos, pero que finalmente convergen: la transición generacional en términos de la operación y administración de la compañía, y la transmisión del patrimonio familiar representado por la participación accionaria.

El segundo proceso, más allá de la operación de la empresa (aunque va de la mano), implica la transmisión de la propiedad del negocio a integrantes de nuevas generaciones, así como de los derechos y obligaciones que esto conlleva para los nuevos accionistas. Además, en él juegan diversos factores, entre los cuales el aspecto fiscal adquiere un papel relevante, ya que puede generar cargas fiscales importantes y posiblemente innecesarias si no se realiza mediante un plan analizado, diseñado y de fácil implementación que permita proteger y preservar el patrimonio.

En términos generales, las empresas familiares en México han transitado entre generaciones bajo las figuras de donaciones de ascendientes y descendientes (transmisiones en vida), y herencias y legados (transmisiones por fallecimiento), usando o no vehículos legales en ambos casos. El común denominador bajo las reglas vigentes es que dichas transmisiones gozan de la exención del impuesto sobre la renta (ISR).

Aun así, la dinámica de las familias experimenta cambios constantes y factores emergentes que deben ser tomados en cuenta, algunos inherentes a estas y otros que son externos. De entre los primeros, destacan los siguientes:

  • Estado civil de los integrantes de la familia
  • Que algunos familiares ya no vivan en México y adquieran otra residencia fiscal o nacionalidad
  • La localización geográfica de los bienes a transmitir, lo que podría implicar que estos estén sujetos a algún tipo de imposición del país en el que se ubican

Por otro lado, los factores de índole externa incluyen algunos aspectos fiscales novedosos que involucran revelación de información (muchas veces sensible), como son:

  • Reglas del beneficiario controlador
  • Revelación de esquemas reportables y razón de negocios
  • Reglas de gravamen basadas en transparencia de entidades y figuras extranjeras
  • Tendencia de los gobiernos alrededor del mundo a gravar el patrimonio

En función de lo anterior, si bien México no ha adoptado medidas tendientes a gravar el patrimonio o su transmisión, existe una incidencia de factores internos de las propias familias, aunados a cambios relevantes en reglas de control en el ámbito fiscal nacional e internacional, que hacen más compleja una transmisión eficiente que asegure el tránsito ordenado y seguro del patrimonio familiar, por lo que el diseño e implementación de un plan de sucesión es pieza clave para su adecuada transmisión y preservación, y, en consecuencia, para el logro de objetivos.

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Nota: las ideas y opiniones expresadas en este escrito son de quienes firman el artículo y no necesariamente representan las ideas y opiniones de KPMG en México.

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