Las tendencias actuales en los negocios apuntan a factores más allá de la industria a la que pertenecen las empresas o los productos y servicios que comercializan; entre esos elementos, destacan el cambio climático y la descarbonización.

Ambos forman parte de la gestión ambiental, social y de gobierno corporativo (ASG) en la cual las compañías requieren poner especial atención para lograr la sostenibilidad, operar de acuerdo con los nuevos marcos regulatorios, así como responder a los requerimientos de clientes, inversionistas, instituciones financieras y otros grupos de interés.

De acuerdo con el estudio KPMG 2021 CEO Outlook, las organizaciones perciben tres principales riesgos para el crecimiento en los próximos tres años: cadena de suministro, ciberseguridad y cambio climático. Este último representa un reto enorme en el ámbito global, ya que lograr que gobiernos, empresas y sociedad cambiemos nuestros hábitos de consumo y producción no es una tarea sencilla; sin embargo, permanecer indiferentes nos expone a riesgos no solo ambientales, sino también económicos y sociales.

En este camino de resiliencia y transformación para frenar el calentamiento global, el sector energético juega un papel crucial, ya que más de dos terceras partes de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo provienen de esta industria, derivado de los procesos de combustión de recursos fósiles.

Para mitigar los efectos de dichas emisiones, que se encuentran entre los principales detonadores del cambio climático, las organizaciones deben guiarse por dos estrategias:

  1. Optimizar sus procesos actuales de operación mediante iniciativas tales como análisis de consumos energéticos, adquisición de equipos que generen mayores eficiencias y rediseño de procesos
  2. Transitar oportunamente al uso de energías carbono cero provenientes de fuentes nucleares, solares, eólicas o hidroeléctricas

Depender únicamente de energías limpias es un desafío. En 2020, al menos 70% de la mezcla energética mundial provenía de fuentes no renovables y de alto impacto ambiental. Para alcanzar las metas que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha fijado, se requiere que por lo menos 80% de la energía generada en el mundo provenga de fuentes como la solar fotovoltaica, eólica, hídrica, nuclear, basada en hidrógeno u otras opciones sustentables, ya que se ha fijado la meta de un incremento máximo de 1.5°C en la temperatura global.

Si bien, todas las organizaciones, sin importar su sector, deben implementar una estrategia guiada hacia operaciones bajas en carbono o carbono cero, en la industria energética esto se vuelve prioritario dadas sus altas emisiones de gases de efecto invernadero. Dicha estrategia debe diseñarse tomando en cuenta la visión de negocios de cada organización, así como el marco regulatorio del país donde opera.

El camino hacia actividades carbono cero es un desafío importante en la generación de energía. Para abordarlo es necesario contar con estrategias de transición a emisiones cero, iniciando con una mayor eficiencia energética mediante la optimización de procesos operativos; la financiación verde, con la obtención de capital que permita migrar hacia la generación de electricidad de fuentes renovables; la participación en el mercado de carbono, implementando o participando en proyectos de compensación de emisiones, así como con agilidad regulatoria que permita cumplir siempre las normas y estándares.

Alcanzar las metas globales para mitigar el cambio climático es responsabilidad de todos pero, sin duda, el sector energético juega un papel crucial en el cumplimiento de estas metas. Es, a su vez, un actor vulnerable ante los riesgos físicos y de transición desencadenados por el cambio climático que puede resultar en afectaciones operativas y económicas que deben ser abordadas oportunamente por cada empresa.

Nota: las ideas y opiniones expresadas en este escrito son del autor y no necesariamente representan las ideas y opiniones de KPMG en México. 

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