La resiliencia operativa es la capacidad que una organización tiene para adaptarse a situaciones adversas, gestionar crisis y continuar operando de manera efectiva, incluso en circunstancias inesperadas o difíciles. Se centra en el mantenimiento de las funciones esenciales del negocio ante interrupciones, ya sean internas o externas, como desastres naturales, fallos tecnológicos, ataques cibernéticos, la inseguridad o cualquier otro tipo de afectación que pueda poner en peligro la operación de la compañía.

KPMG a través de su enfoque metodológico acompaña a las empresas para que mejoren sus niveles de resiliencia organizacional, a través de un plan de continuidad del negocio que les permita:

  1. Identificar riesgos: para evaluar los posibles eventos que podrían afectar sus operaciones
  2. Desarrollar planes de contingencia: a través de estrategias para mitigar riesgos y responder eficazmente ante diversos tipos de interrupciones
  3. Implementar sistemas robustos: establecer sistemas y procesos que sean flexibles y puedan adaptarse a cambios o eventos inesperados
  4. Capacitar a su personal: con el fin de asegurarse de que estén preparados para manejar crisis y adaptarse a cambios
  5. Realizar pruebas y simulaciones: mediante el ensayo de los planes de respuesta, para asegurar que funcionen efectivamente cuando sea necesario activarlos
  6. Evaluar y mejorar continuamente: revisando y actualizando continuamente las políticas, procedimientos y estrategias

La resiliencia operativa se ha vuelto una herramienta crucial para hacer frente a un ambiente de negocios altamente volátil y cambiante, ya que permite enfrentar diversos tipos de afectaciones, asegurar la operación, al tiempo que impulsa a las organizaciones a anticiparse y ser más proactivas en sus enfoques de gestión del riesgo.

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