Por: César Buenrostro, Socio de Comercio Internacional y Aduanas de KPMG México

En una era marcada por cambios y disrupciones políticas y comerciales, las empresas deben adaptar sus modelos operativos para mejorar la resiliencia y flexibilidad de sus cadenas de suministro. En el caso particular de México y América Latina, la realidad para el comercio internacional es ahora completamente distinta, y las medidas recientemente implementadas por Estados Unidos (EE.UU.) plantean nuevos retos y oportunidades.

En los últimos meses los temas arancelarios han tenido una serie de modificaciones abruptas por parte de gobierno de EE.UU. hacia distintos países con los que tiene relaciones comerciales, incluidos sus principales socios en materia de intercambio de bienes y servicios y ha abarcado una gran cantidad de productos.

Lo anterior ha generado una creciente complejidad que va mucho más allá de temas tarifarios, ya que los requisitos operativos se han incrementado. Por ejemplo, en productos derivados del acero y el aluminio, no solo se debe declarar de dónde provienen, sino detallar su valor específico, lo que representa un enorme reto para las cadenas globales, ya que las compañías se ven obligadas a perfeccionar o renovar sus sistemas de rastreo de productos o materiales. 

Una de las consecuencias más visibles de estos abruptos cambios en materia arancelaria es observable en los precios de transferencia (PT). Si la demanda de productos es robusta, es posible trasladar parte del incremento al consumidor; no obstante, si no es así, la organización se ve en la necesidad de repartir las pérdidas entre sus filiales, así como justificar fiscalmente los ajustes.

Adicionalmente, la inversión se ve afectada, ya que existe mayor cautela por parte de inversionistas, quienes consideran que, en caso de que se materialicen los aranceles, la competitividad disminuye y los costos de operación aumentan.

En el caso específico de México, el panorama también se torna complejo, ya que, por un lado, tenemos autoridades fiscales y aduaneras que han incrementado y automatizado sus procesos de fiscalización, y, por otro, a empresas que realizan importaciones temporales, lo que incrementa el riesgo de cancelación de la certificación del impuesto al valor agregado (IVA), con consecuencias financieras severas.

El papel de la función de Comercio Exterior

Ante este complejo panorama, las funciones, habilidades y capacidades de las personas que integran los equipos de Comercio Exterior en las organizaciones deben evolucionar. En otras palabras, deben pasar de un rol meramente operativo, es decir, centrado en la gestión documental y el cumplimiento, a uno más estratégico. Para conseguirlo, se debe capacitar al personal en el aprovechamiento de las herramientas tecnológicas disponibles, especialmente aquellas que ya han demostrado potencial para optimizar las operaciones de comercio internacional.

Por ejemplo, el uso de machine learning permite la clasificación y gestión de grandes volúmenes de mercancía, mientras que el big data hace posible dar un seguimiento más exacto a las operaciones en tiempo real, y los sistemas de gestión empresarial centralizan las operaciones de alcance global, incluso en temas de ciberseguridad, Para ello, la inversión en tecnología debe ser gradual y, sobre todo, focalizada y en concordancia con los objetivos del negocio.

En este sentido, para que las empresas logren ser más resilientes y flexibles ante los cambios abruptos en materia de comercio internacional deben considerar aspectos como los siguientes:

1.  Monitorear leyes, cambios y ajustes en materia comercial constantemente, no solo para garantizar el cumplimiento, sino también para prever escenarios a futuro

2.  Invertir en tecnología, principalmente la relacionada con análisis de datos que ayuden a simular escenarios y tomar decisiones antes de que sucedan los eventos disruptivos, es decir, con enfoque proactivo

3.  Blindar el cumplimiento; en el caso de la región, atendiendo lo relacionado con las ventajas del T-MEC y la legislación local

4.  Atraer y retener talento, ya que la capacidad para aprovechar el potencial de las tecnologías emergentes será fundamental; como consecuencia, la capacitación será también crucial

En conclusión, para que los equipos dedicados a temas de comercio exterior aporten valor a las organizaciones deben responder proactivamente ante los múltiples retos que han surgido y continuarán surgiendo. Para conseguirlo, invertir en tecnología dedicada al análisis de información, contar con capital humano preparado para aprovechar su potencial y vigilar de cerca el cumplimiento de las nuevas legislaciones será sumamente relevante, pues solo así será posible abonar a la supervivencia de las operaciones.

Nota: las ideas y opiniones expresadas en este escrito son de quienes firman el artículo y no necesariamente representan las ideas y opiniones de KPMG en México.

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