La 23ª edición del Global Automotive Executive Survey de KPMG ofrece una perspectiva distinta de las numerosas fuerzas que configuran el futuro de la industria automovilística en los próximos años.

El optimismo empresarial ha aumentado en lo relativo a la evolución de la rentabilidad de las compañías respecto a los datos año pasado, ya que los problemas asociados al COVID-19 y de desabastecimiento de semiconductores han remitido en cierta medida. Sin embargo, persiste la preocupación por los elevados tipos de interés, los precios de la energía y las tasas de inflación, que pueden afectar negativamente a la demanda en el corto plazo.

Una de las cuestiones más relevantes en Europa es el cumplimiento con la normativa de emisiones y la regulación en materia ESG, teniendo en cuenta el objetivo de la UE de reducir a cero las emisiones netas para 2050 y la prohibición comercializar vehículos de gasolina y diésel a partir de 2035. En este sentido, los fabricantes europeos se están enfocando en el aumento de producción de vehículos eléctricos, la ampliación de la red de infraestructura de recarga y el impulso a la economía circular para vehículos y baterías al final de su vida útil.

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Los ejecutivos europeos encuestados esperan que las ventas de vehículos nuevos eléctricos (excluyendo híbridos) en Europa se sitúen en el 24% hasta 2030, reduciéndose considerablemente respecto a las previsiones de hace un año. Crece el número de ejecutivos mundiales y europeos que cree en la adopción generalizada de los BEV sin intervención gubernamental, lo que demuestra una gran confianza en sus propias capacidades y en la demanda de los consumidores para subirse a la ola de la electrificación.

La mayoría de los encuestados también prevén que la mayor parte de las compras de vehículos nuevos se realizarán online para 2030, si bien se espera que el porcentaje de vehículos nuevos vendidos directamente a los consumidores finales se reparta a partes iguales entre los fabricantes de automóviles (D2C), los concesionarios de automóviles y las plataformas digitales de venta al por menor.

Los fabricantes de automóviles también se están centrando en los servicios de suscripción y el 62% de los ejecutivos considera que los consumidores estarían dispuestos a pagar por estas suscripciones mensuales. Más de la mitad de los ejecutivos europeos (y mundiales) también están preocupados por una serie de cuestiones que afectan a la cadena de suministro, como la volatilidad de los precios y la disponibilidad de semiconductores y otras materias primas.

KPMG sigue previendo una intensa competencia y cooperación entre los actores tradicionales del sector automoción y los nuevos participantes, así como mayores inversiones en las áreas de nuevos sistemas de propulsión, baterías avanzadas, nuevas tecnologías digitales, reutilización/reciclaje de baterías y vehículos autónomos/conectados. Ante la creciente entrada de nuevos players, muchos fabricantes y proveedores optarán por desinvertir en activos no estratégicos, llevar a cabo fusiones y adquisiciones, asociarse con empresas tecnológicas y start-ups, centrarse en la fabricación por contrato u obtener liquidez para invertir en nuevas tecnologías.

A medida que la poderosa convergencia entre los sectores de la automoción y la tecnología se despliegue y llame a las puertas de fabricantes y proveedores, todas las facetas de la automoción -desde el desarrollo de productos hasta la fabricación, pasando por las cadenas de suministro y la experiencia del cliente- experimentarán profundos cambios. Obviamente, la intensidad y el momento de estos impactos variará a nivel nacional y regional.

Finalmente, el contexto de profundos cambios geopolíticos y macroeconómicos requiere unos modelos más flexibles y ágiles por parte de las empresas de automoción.

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