Por:
Ricardo Santana
Socio Líder de Datos y Análisis, Automatización e Inteligencia Artificial de KPMG en América del Sur y Brasil
Es innegable que la aceleración en la transformación tecnológica, tanto en el ámbito empresarial como social, ha sido uno de los hitos sobresalientes de los últimos años. Además de otros catalizadores e impulsores, como la constante necesidad de innovar, los cambios en los hábitos de los consumidores y en los modelos de negocio, las nuevas formas de producción y las demandas sociales, entre otras; la pandemia, más allá de su impacto negativo desde el punto de vista sanitario, fue uno de los principales responsables de esta transformación. La necesidad de resguardar a la población de la (entonces) desconocida enfermedad, evitar o mitigar los contagios, habilitar el trabajo y otras actividades cotidianas de manera remota, y hallar una cura en tiempo récord, sin duda fueron factores que empujaron el ritmo de cambio de la transformación digital-tecnológica hacia nuevos estándares.
Tan importante ha sido la irrupción de los últimos avances tecnológicos en nuestras vidas, que una gran parte de los estudios, reportes y artículos recientes destinados a entender su alcance e impacto, especialmente en lo referido a inteligencia artificial (IA), destacan el peso y la importancia que han cobrado en la cotidianeidad, desde el trabajo y la vida social, hasta el entretenimiento y la educación; con resultados empíricos verificables y, lógicamente, medibles.
Dentro de este grupo de estudios, KPMG lanzó recientemente “Trust, attitudes and use of artificial intelligence. A global study 20251, que analizó la concepción pública e incidencia de la IA en la vida cotidiana mediante una encuesta realizada a 48.000 personas en 47 países (incluidos Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y México), ofreciendo de esta manera uno de los análisis más completos hasta la fecha sobre la confianza y las actitudes del público hacia la IA.
1. Gillespie, N., Lockey, S., Ward, T., Macdade, A., & Hassed, G. (2025). Trust, attitudes and use of artificial intelligence: A global study 2025. The University of Melbourne and KPMG. DOI 10.26188/28822919.
De hecho, uno de los resultados más relevantes de la mencionada encuesta fue disipar algunas de las dudas que rodean comúnmente a la IA; en particular aquellas que cuestionan sus beneficios a raíz de los costos y riesgos que se asumen al utilizarla. De manera innegable, el estudio destacó que la IA está agilizando y aumentando la precisión en la detección de varias enfermedades, mejorando la eficiencia de las energías renovables e impulsando la productividad y la innovación en las empresas, entre otros importantes beneficios. Al respecto, dos de cada tres encuestados (66%) aseguraron utilizar la IA de manera regular para uso personal, así como para el trabajo y la educación, pero con patrones o tendencias más robustas entre participantes de economías emergentes. En promedio, mientras poco más de la mitad de los encuestados (58%) en economías desarrolladas aseguraron utilizar herramientas de IA de forma regular o semi regular, esta cifra se disparó a una media del 80% entre economías emergentes, especialmente en regiones como Latinoamérica.
Dos de cada tres encuestados (66%) aseguraron utilizar la IA de manera regular para uso personal, así como para el trabajo y la educación.
No obstante, a medida que las capacidades y el alcance de la IA se hace cada vez más evidente, existe en paralelo una mayor concientización de los riesgos, lo que en principio plantea nuevos interrogantes sobre la fiabilidad de estas herramientas y, sobre todo, la necesidad de regularla y de que las empresas dispongan de una estructura sólida de gestión y gobernanza. En ese sentido, y a pesar de que muchos de los encuestados destacaron los significativos beneficios derivados de su uso, una gran mayoría (79%) se mostró preocupada por la amplia gama de riesgos y consecuencias inherentes, especialmente en lo referido a ciberseguridad, pérdida de interacción humana, desinformación y, entre muchas otras desventajas, la alta dependencia y pérdida de privacidad.
No obstante, y a diferencia de lo mencionado en los párrafos anteriores, la encuesta no halló grandes diferencias entre países en este apartado, dejando entrever que la confianza del público en esta tecnología (sobre todo, en lo referido al uso ético y responsable), que resulta fundamental para sostener su aceptación y adopción en el tiempo, así como para impulsar y efectivizar los beneficios sociales y económicos que se le aducen, parece no ser del todo sólida, desde que, en promedio, solo el 42% de los encuestados cree que los beneficios derivados del uso de la IA superan a sus riesgos, con cifras algo mayores en economías emergentes, dentro de las cuales se encuentran Costa Rica, Argentina, Brasil y Chile, por citar solo algunas.
Los resultados expuestos anteriormente señalan, de manera muy clara, que la verificación de los beneficios derivados del uso de la IA no resulta suficiente para asegurar un crecimiento sostenible en el tiempo de esta tecnología. En tal sentido, si hay una conclusión por demás relevante, es que resta mucho por hacerse si lo que se busca es crear una base sólida para blindar el desarrollo continuo y seguro de esta herramienta, de tal manera que su incorporación a los campos del trabajo, la educación y la cotidianeidad pueda darse “sin fisuras” y de manera armónica, y con beneficios que, paulatinamente, vayan mitigando y eliminando los riesgos y consecuencias que hoy la acompañan. Asimismo, en Latinoamérica –y en las economías emergentes en general–, donde la encuesta pudo verificar que los niveles de incidencia de la IA son mayores comparadas al mundo desarrollado, se hace aún más evidente la necesidad de graduar el “entusiasmo” y sopesar sus riesgos. Y en este punto, la regulación, cuyo cuerpo normativo actual es considerado mayoritariamente como insuficiente, podría conformar el ancla que nivele expectativas y riesgos tanto a nivel global como regional. Sin embargo, para ello será necesario mejorar los niveles de conocimiento público de las leyes que rigen la IA y ayudar a las personas a comprender si la normativa existente aplica, así como fortalecer la confianza en los sistemas de IA mediante la implementación de mecanismos de gobernanza en las empresas, pero también la garantía de que se usaran de manera confiable y responsable.
En síntesis, el estudio no solo pondera la aceleración que está experimentando la adopción de la IA a nivel global, un patrón que se ve reflejado en los resultados de la encuesta; sino que, además, busca advertir sobre la necesidad de graduar su crecimiento y regular su aplicación para, así, lograr un desarrollo que sea sostenido, pero, especialmente, responsable.
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