El avance dinámico de la tecnología, el surgimiento de nuevas herramientas y la facilidad cada vez mayor para ser asequibles para quien requiere de ellas, deja expuesto y no se puede negar al surgimiento también de nuevas vulnerabilidades. Es aquí donde si usted se pregunta, ¿Si la tecnología continuará evolucionando, entonces cuando será el declive de las amenazas emergentes?
Hoy por hoy escuchamos acerca del surgimiento de amenazas y ataques cibernéticos a diferentes entidades en el mundo, sin discriminar tamaño, complejidad o industria, vemos de frente como estos han conllevado a la discontinuidad de las operaciones de negocio, comprometiendo en consecuencia la reputación, confianza y la sostenibilidad a la cual estaban y venían acostumbradas estas entidades involucradas. No es de desconocer la gravedad de estas situaciones, máxime cuando se puede ver comprometida la economía de una región o industria.
Ahora bien, si a la fecha muchas de las organizaciones cuentan con medidas o procedimientos internos para dar tratamiento a estas amenazas, algunas otras con el acompañamiento de expertos que prestan el servicio para establecer las medidas de contención, en cuanto a la prevención, detección (monitoreo) y corrección de cara a las ciberamenazas, el lucro que viene en crecimiento para las organizaciones criminales que se ocupan de generar este tipo de amenazas, no se detiene ni se detendrá, por lo cual deberán las organizaciones en adelante convivir y concebir con más firmeza y forma en sus planeaciones estratégicas como algo que llegó para quedarse.
El avance dinámico de la tecnología, el surgimiento de nuevas herramientas y la facilidad cada vez mayor para ser asequibles para quien requiera de ellas, deja expuesto y no se puede negar al surgimiento también de nuevas vulnerabilidades. Es aquí donde si usted se pregunta, ¿Si la tecnología continuará evolucionando, entonces cuando será el declive de las amenazas emergentes?
Para contestar a esta pregunta, tengo una buena noticia y otra no tan buena para usted. En tanto a la buena noticia está que la nueva tecnología traerá nuevas y mejores soluciones para asistirnos en el atender estas adversidades de una manera más simple, sofisticada y previsible. La noticia no tan buena es que las ciberamenazas llegaron y estarán presentes para quedarse; por tanto, deberemos hacernos a procedimientos, normas o estándares nuevos, muy diferentes a los que seguramente tenemos en nuestro inventario y estructura organizacional, algunos de ellos son:
- Incorporar la experiencia en ciberseguridad a nivel de la Junta Directiva, permitiendo trascender de una postura netamente reactiva a una defensa proactiva,
- Contar con personal capacitado para enfrentar el reto y contener estas adversidades al margen, un Staff certificado, o terceros que en calidad profesional de expertos presten el servicio de ciberseguridad,
- Campañas cada vez más fuertes para sensibilizar a los funcionarios y usuarios de la organización,
- Incurrir en nuevos costos al presupuesto a nivel organizacional y no solo de TI,
- Hardening en hardware que guarde la robustez en configuración, almacenamiento y memoria, por cuanto demandará un mayor procesamiento concurrente de hilos en CPU,
- Un software tanto si es para la gestión de la información, como también si es utilitario, que esté actualizado en cuanto al tratamiento de vulnerabilidades,
- Contar con mecanismos para el monitoreo automático permanente en la identificación de posibles amenazas, salientes como entrantes, y recurso humano que las clasifique y dé tratamiento.
- Un programa de auditoría que tenga en su agenda la evaluación a los asuntos asociados a los mecanismos de prevención y detección instalados,
- Contar con procedimientos alternos de contingencia “probados”.
Aun cuando muchos de los puntos anteriores parecen ser conocidos y aparentemente pudieran ser suficientes, lo bueno es que las tendencias futuras en ciberseguridad apuntan hacia una evolución constante en este campo, con varias áreas claves e innovadoras que son complementarias y que se destacan, algunas de ellas para mencionar por considerar pueden ser las más importantes son:
1. Inteligencia Artificial (IA) y Aprendizaje Automático (ML): Estas tecnologías estarán contribuyendo cada vez más a la transformación de la ciberseguridad, donde sus algoritmos serán capaces de procesar grandes volúmenes de información, que ya no serán solo en Gigas o Terabytes. En consecuencia, producto de este volumen diverso de información estructurado o no, tendrán además la capacidad de analizar cada uno de los datos en tiempo real. Es aquí donde la respuesta automatizada a incidentes impulsada por el aprendizaje automático (Machine Learning) dotará a las organizaciones de la capacidad de responder a las amenazas con una rapidez sin precedentes, detectando patrones y anomalías que pudieran significar una amenaza potencial.
Es así como en conjunto con la IA nos ayudará a detectar, evadir o neutralizar las amenazas, pasando de medidas reactivas a estrategias proactivas, gracias a la detección de anomalías en tiempo real, la autenticación inteligente y la respuesta automática para dar tratamiento a posibles incidentes. Sin embargo, no todo es tan bueno, del otro lado veremos amenazas más sofisticadas e inteligentes impulsadas por la IA, lo cual abarcará desde intentos de Ingeniería Social, Deepfake, hasta Malware automatizado que se adaptará de manera inteligente para eludir la detección. En este caso será muy importante estar al tanto de las últimas técnicas utilizadas con la IA y el disponer de medidas de seguridad más avanzadas, lo cual será esencial para evitar consecuencias mayores.
Cualquier adopción de la IA debe seguir también un cuidadoso proceso de validación para garantizar que los modelos que produce sean fiables y lo suficientemente potentes para actuar en consecuencia según lo requerido.
2. Privacidad de los datos: Según Garner en el 2024, aproximadamente el 75% de la población mundial tendrá sus datos personales protegidos por normas de privacidad. La importancia de la privacidad de la data seguirá creciendo y será una inminente necesidad para que las organizaciones creen nuevos diseños, procedimientos y cuenten con instalaciones cuyo foco principal será el blindar la data sensible y la información que pudiera derivar de ella para quienes seamos los usuarios, tantos externos como internos. Según Garner, se prevé que el gasto en privacidad de datos registrará la mayor tasa de crecimiento en el presente año, por lo que se espera sea al interior de las organizaciones una prioridad de primer orden.
En 2024 y en adelante, está claro que la privacidad de los datos desempeñará un papel cada vez más fuerte y claro en el ámbito de la ciberseguridad. A medida que estas tendencias siguen evolucionando, incumbe a que las organizaciones deban mantenerse bien en alerta e informadas.
Las organizaciones deberán realizar auditorías periódicas para asegurarse de que cumplen todas las leyes pertinentes sobre privacidad de datos. También será recomendable la implementación de soluciones tecnológicas que estén diseñadas para la privacidad, como es la Gestión de Derechos Digitales, donde se deberá mantener los datos seguros en sus tres estados: en movimiento, en reposo y en uso.
3. Arquitectura Zero-Trust: Este enfoque de seguridad cobrará mayor relevancia cada vez, donde su propósito principal reposará en no establecer ningún grado de confianza con ningún usuario o dispositivo informático dentro o fuera de la organización sin antes ser verificado <<verificar siempre, no confiar nunca>>, estará ganando mayor relevancia.
Este principio se está extendiendo ahora más allá de los muros de la red corporativa para abarcar a los trabajadores remotos, trabajar colaborativamente con otras organizaciones y con variados dispositivos IoT (Internet Of Things). Esta expansión no es más que un testimonio de la evolución del panorama de amenazas al que se enfrentarán las entidades digitales.
Ahora en el 2024, el modelo de confianza cero se ha transformado de venir siendo una configuración de seguridad de red puramente técnica, a un enfoque adaptable y holístico. De hecho, la flexibilidad y adaptabilidad de este enfoque fueron decisivas para ayudar a las organizaciones a responder al rápido cambio mundial hacia el trabajo remoto o a distancia. Es así las empresas deben adoptar un enfoque de seguridad de confianza cero, en el que cada usuario y dispositivo deba ser tratado como potencialmente hostil, ya sea que opere dentro o fuera de la infraestructura corporativa. Esto sienta unas bases sólidas que mejorará las medidas de seguridad.
4. Blockchain: Esta tecnología no es un secreto su aplicabilidad para aquellas aplicaciones que requieren unos altos niveles de seguridad, como será en el futuro cercano para el sector bancario y de la salud, donde los retos de un mercado cada vez más competitivo y cambiante les demandará en cuanto a la ciberseguridad sea una mayor tendencia para su uso; todo ello en buena parte debido a la dinámica de estas industrias en la prestación de un portafolio de servicios que por naturaleza es muy posible se encuentren descentralizados.
5. Internet de las cosas (IoT): Dispositivos para el hogar y la oficina con microcomponentes electrónicos casi imperceptibles incluidos para ganar funcionalidad en la conectividad con otros dispositivos en conjunto, se disparará a nivel global a una escala sin precedentes. Estos dispositivos vendrán con mejores capacidades para atender nuevas necesidades de los usuarios, que se inclinan por lo sofisticado e innovador, donde, como sabemos, una de sus características reposa en la simplicidad, que en otras palabras termina significando el ser poco segura para su instalación y uso. Por ello, con el aumento de estas soluciones y dispositivos conectados, la IoT se volverá mucho más crítica en adelante y necesitará contar con mejores alternativas de seguridad, para proteger estos dispositivos contra posibles manipulaciones.
6. Ciberresiliencia: Más allá de la prevención como es en la actualidad, para las organizaciones se volverá más común el contar con herramientas, procedimientos y acompañamiento de personal certificado con experiencia demostrada, que les facilitará la capacidad de recuperarse en una mejor ventana de tiempo, ante posibles incidentes que pudieran derivar de una ciberamenaza. En otras palabras, la connotación de criticidad tendrá un manejo más estructurado y a la vez muy posiblemente un poco más controlado al interior de las organizaciones.
Estas estrategias se esfuerzan por garantizar una rápida recuperación con una pérdida de datos y un tiempo de inactividad mínimos, haciendo de la ciberresiliencia una prioridad estratégica en 2024. A partir de este año, se aconseja a las organizaciones que se centren tanto en sus medidas de ciberseguridad como de ciberresiliencia, donde deben aspirar no sólo a una defensa sólida contra las ciberamenazas, sino además a un sistema de recuperación eficaz que les permita recuperarse con un daño mínimo.