Por: Antonio Zuazua, Socio Líder de Impuestos Indirectos para América Latina de KPMG en México

Los impuestos indirectos representan una fuente de ingresos tributarios muy importante en México, por lo que su relevancia en los procesos de auditoría por parte de las autoridades fiscales ha crecido año con año. Dado este contexto, muchas organizaciones intentan mantener el paso incrementando los esfuerzos y recursos que destinan para garantizar el cumplimiento oportuno de sus obligaciones en esta materia, como lo son el impuesto al valor agregado (IVA) y el impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS).

Existe una gran variedad de retos que enfrentan los contribuyentes, desde la adaptación para el cumplimiento de las nuevas disposiciones fiscales, hasta los constantes desarrollos en materia de facturación electrónica, implementaciones y actualizaciones en su sistema de planificación de recursos empresariales (ERP, por sus siglas en inglés), o el tiempo que destinan sus colaboradores en las actividades necesarias para cumplir con sus obligaciones fiscales.

Sin duda, la digitalización ha facilitado la implementación de sistemas de monitoreo en tiempo real para todos los jugadores. Mediante dichos sistemas, las autoridades han obtenido la capacidad de analizar, cuantificar y solicitar el esclarecimiento de posibles discrepancias en sus registros de forma masiva. Esta modernización contrasta fuertemente con las capacidades de muchos contribuyentes, quienes dependen, en su mayoría, de procesos manuales u hojas de cálculo para garantizar el cumplimiento de sus obligaciones fiscales.

Particularmente, la implementación de nuevos requisitos en México en materia de facturación electrónica, como son el complemento carta porte y la implementación de la versión 4.0 de los comprobantes fiscales digitales por internet (CFDI), así como la creciente complejidad en formalismos y extensos requerimientos para recuperar saldos a favor, se suman a la amplia lista de retos que enfrentan los contribuyentes.

Ante un panorama como el actual, surge la pregunta: ¿qué pueden hacer las organizaciones para tener un cumplimiento fiscal efectivo de inicio a fin? La respuesta, aunque es corta, no es sencilla de implementar: apostar por la innovación y la tecnología.

Al interactuar con autoridades capaces de comparar en segundos miles de documentos y registros, los contribuyentes deberían contar con la posibilidad de tener una respuesta similar. La persistencia de modelos de trabajo con un equipo ejecutando manualmente actividades de conciliación y revisión, debe abrir paso a modelos automatizados que permitan al área de Impuestos ejecutar actividades rutinarias de manera más ágil y precisa, para así dedicar su tiempo a funciones que detonen un mayor valor agregado para las organizaciones.

Es relevante complementar el uso de herramientas tradicionales con plataformas de análisis que permitan a los usuarios procesar y analizar grandes volúmenes de datos e información, sin la necesidad de realizar conciliaciones manuales. La implementación de metodologías para mapear, analizar y optimizar los procesos relacionados con el cumplimiento fiscal, así como el planificar las metas de las entidades, tomando en cuenta los requisitos de un entorno cada vez más digitalizado, dejaron de ser opciones sofisticadas para transformarse en necesidades cada vez más indispensables para todas las organizaciones.

Ahora bien, la calidad e integridad de la información es clave. La probabilidad de tener información con errores es muy alta si no hay una correcta gestión y monitoreo; en otras palabras, no basta con tener herramientas tecnológicas y el mejor ERP si lo que éstas procesan y arrojan es información de mala calidad e incompleta, por ello, la importancia de que consultores especialistas participen en conjunto con la Administración en la elaboración de un correcto mapeo y una clara identificación de cada etapa del proceso de cumplimiento de impuestos indirectos.

La función del fiscalista se encuentra en proceso de migración de un modelo tradicional, enfocado en actividades de cumplimiento y remediación, a una más proactiva que aprovecha la tecnología para crear valor. En este proceso de transformación es responsabilidad de cada organización apoyar a sus equipos de Impuestos en esta transición, proveyéndoles las herramientas necesarias y los entornos adecuados para incentivar la innovación.

Nota: las ideas y opiniones expresadas en este escrito son de quienes firman el artículo y no necesariamente representan las ideas y opiniones de KPMG en México.
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