Por: Jesús Luna
La gestión integral de riesgos es una de las estrategias más importantes para lograr un crecimiento sostenible a largo plazo, pues a partir de ella es posible identificar, cuantificar, transferir o dispersar las amenazas que podrían poner en entredicho los resultados o incluso la viabilidad del negocio.
Los riesgos más conocidos son los robos, fraudes, ciberataques, accidentes o desastres naturales que pueden gestionarse con seguros convencionales. Otros son más complejos de reconocer y evaluar, como la ruptura de cadenas logísticas, fenómenos sociales y políticos, o cambios regulatorios y tecnológicos.
Ante este panorama, ocho de cada diez líderes de empresa (78%) gestionarán los riesgos de forma preventiva como parte de su estrategia de crecimiento de cara a los próximos tres años, de acuerdo con Perspectivas de la Alta Dirección en México 2019, estudio elaborado por KPMG en México.
Para llevar a cabo la planeación estratégica de esta materia, el Consejo de Administración debe contar con el apoyo de áreas como Administración y Finanzas para considerar la mayor cantidad posible de riesgos de mercado, financieros, cambiarios, fiscales, laborales, reputacionales, cibernéticos, entre otros, así como la mejor forma de gestionarlos.
Al identificarlas es posible medir el impacto potencial de cada amenaza para decidir las acciones e inversiones necesarias que permitan proteger los activos e intereses de la compañía. No obstante, solo 64% de las organizaciones cuentan con un plan integral para la gestión de riesgos, cifra que este año volvió al mismo nivel de 2017.
Si la organización no tiene identificadas sus posibles vulnerabilidades, no habrá criterios definidos sobre cómo atender cada contingencia, ocasionando que en distintas áreas del negocio se tomen decisiones sin seguir un plan integral, lo cual no favorece las buenas prácticas de gobierno corporativo y ética empresarial.
No anticiparse a las amenazas conlleva pérdidas económicas e incluso la interrupción de las operaciones. Por ello, si bien para la Alta Dirección asegurar el cumplimiento regulatorio es el principal objetivo de la gestión de riesgos, también es relevante aumentar la rentabilidad, garantizar la permanencia en el tiempo e incrementar el valor para los accionistas.
La suma de las variables no es igual a 100% debido a que era posible seleccionar más de una opción.
Para alcanzar estas metas, las organizaciones utilizan elementos como la aplicación de políticas y procedimientos, análisis periódicos de riesgos de negocio e implementación de controles, al igual que políticas y procedimientos de transparencia, código de conducta y servicios de auditoría externa, entre otras medidas.
En este sentido, destaca el hecho de que siete de cada diez líderes de empresa (73%) esperan que los niveles de inversión y recursos en su organización con respecto a la gestión de riesgo y cumplimiento se incrementen en los próximos tres años. Algunas organizaciones, como las instituciones reguladas del sistema financiero, realizan constantemente esfuerzos significativos en este rubro, lo cual explica que 29% de los encuestados esperen que dichos niveles permanezcan sin cambio.
Como puede apreciarse en los resultados de Perspectivas de la Alta Dirección en México 2019, es clara la importancia que tienen la gestión de riesgos y el cumplimiento regulatorio para las compañías, debido fundamentalmente a dos motivos: les permite afrontar debidamente las amenazas en un entorno de incertidumbre y cambio constante, así como fortalecer su sostenibilidad a corto, mediano y largo plazo mediante un enfoque preventivo que genere resultados confiables
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