Las crecientes expectativas de reguladores e inversores impulsan a las empresas a adoptar un enfoque más proactivo para gestionar los riesgos de sostenibilidad, en el que estos queden integrados tanto en sus mapas como en sus marcos de gestión de riesgos.
Este enfoque debe tener en cuenta tres riesgos principales que pueden tener impactos negativos en los activos de las compañías, en su situación financiera o en su reputación:
- Riesgos medioambientales y climáticos
- Riesgos sociales
- Riesgos de gobierno
En el ámbito del cambio climático, los riesgos medioambientales más visibles son los físicos, que se manifiestan en inundaciones cada vez más frecuentes, incendios forestales, aumento del nivel del mar y sequías. Los riesgos de transición derivados del proceso de adaptación hacia una economía de cero emisiones también constituyen un desafío para todas las compañías.