El estado de flujos de efectivo es de vital importancia para los usuarios de los estados financieros porque permite un mejor entendimiento de cómo la entidad está desarrollando sus actividades de operación, identifica cuáles son sus políticas de inversión, y si está utilizando fuentes internas o externas de financiación. Además de lo anterior, fundamentalmente permite evaluar la calidad de las utilidades netas, si éstas son generadas por las operaciones normales de la entidad o, por el contrario, son la consecuencia de transacciones particulares ajenas al giro normal del negocio.

En términos generales el estado de flujos de efectivo1 provee información para ayudar a inversores, acreedores, y otros usuarios para evaluar lo siguiente:

La capacidad de la entidad para generar flujos de efectivo futuros. Uno de los objetivos principales de la información financiera es proporcionar aquellos datos con los que predecir los montos, la oportunidad y la incertidumbre de los flujos de efectivo futuros. Al examinar las relaciones entre elementos como los ingresos y el flujo de efectivo neto de las actividades de operación, o el flujo de efectivo neto de las actividades de operación y los aumentos o disminuciones de efectivo, es posible predecir mejor los flujos de efectivo futuros, de lo que es factible, utilizando únicamente cifras sobre la base de acumulación.

La capacidad de la entidad para pagar dividendos y cumplir con las obligaciones. En pocas palabras, el efectivo es esencial. Sin el efectivo adecuado, una empresa no puede pagar a los empleados, liquidar deudas, pagar dividendos o adquirir equipos. Un estado de flujos de efectivo indica de dónde proviene el efectivo de la empresa y cómo la empresa utiliza su efectivo. Los empleados, acreedores, accionistas y clientes deberían estar particularmente interesados en este estado financiero porque solo muestra los flujos de efectivo en una empresa.