Población en crecimiento, demanda por servicios públicos más eficientes y, al mismo tiempo, plazos para alcanzar los objetivos de cero emisiones netas de carbono: con desafíos tan vastos, las ciudades deben ser “más inteligentes”.
Sin embargo, ¿qué significa una ciudad “más inteligente”? En resumen, significa alejarse de los enfoques tradicionales de planificación, gestión y renovación urbana hacia sistemas más integrados y basados en datos.
El estudio From Smart to Smarter Cities, elaborado por KPMG, explora cómo avanzar hacia un modelo más sofisticado de gestión urbana puede ayudar a los que toman decisiones y a las empresas privadas a acelerar sus agendas hacia ciudades inteligentes.
Esta transición se basa en tres pilares: integración, orientación a datos y facilitación, que, en conjunto, permiten transformar la forma en que las ciudades funcionan y se relacionan con sus ciudadanos.
La integración es esencial para crear ciudades más efectivas y conectadas. Comienza con una visión unificada, basada en las características únicas de cada ciudad y las expectativas de los ciudadanos, ofreciendo una perspectiva clara sobre su futuro.
Los ecosistemas de partes interesadas (compuestos por propietarios, proveedores de soluciones y socios estratégicos) también son esenciales para lograr objetivos comunes de manera colaborativa.
Además, la integración depende del uso de tecnologías y herramientas que proporcionen datos operativos en tiempo real, permitiendo un seguimiento efectivo y decisiones más ágiles. La coordinación de estrategias, proyectos e iniciativas prioritarias requiere una organización colaborativa.
Una ciudad basada en datos toma decisiones más precisas y efectivas, respaldadas por información de calidad. Esto requiere la recopilación y el uso de datos confiables, estandarizados y accesibles.
Una buena estrategia de datos no sólo garantiza que la información se utilice correctamente, sino que garantiza la confianza en toda la cadena de valor, sin limitar la innovación. Además, la seguridad y privacidad son fundamentales para construir ciudades resilientes.
Las ciudades habilitadas o “facilitadoras” remodelan la forma en que los gobiernos, las empresas y los ciudadanos trabajan juntos, fomentando la innovación y la colaboración. El cambio cultural es un factor central, que promueve una mentalidad abierta para que todos repiensen sus roles y objetivos.
Una ciudad empoderada coloca a los ciudadanos en el centro de las decisiones, buscando constantemente comprender sus necesidades, monitoreando los cambios en sentimientos y expectativas a lo largo del tiempo.
Desarrollar una visión clara debe incluir planes priorizados, con hitos alcanzables que consideren las interdependencias entre diferentes áreas y partes interesadas . Y, para fomentar la innovación y atraer inversiones, es esencial adoptar políticas y marcos regulatorios que fomenten la participación del sector privado.
Finalmente, la adopción de herramientas de seguimiento y evaluación es esencial para garantizar que los resultados se midan y que el valor generado sea percibido por los ciudadanos.