El brote del COVID-19, las recesiones financieras y las disrupciones geopolíticas han creado una serie de nuevas realidades para las que no existe un manual de estrategia establecido.

La demanda de muchos productos derivados de la industria química se encuentra en descenso. Y algunas empresas, especialmente aquellas expuestas a sectores muy afectados por la crisis (como la automotriz, la industria del petróleo y el gas o la aeroespacial), están luchando por sobrevivir. A esta situación debe sumarse el cierre de fronteras, la prohibición de viajes, las interrupciones en la cadena de suministro, la reducción en los flujos de caja y los cambios que están sucediendo en la industria del petróleo y gas, cuyo impacto en la industria química es considerable. Frente a esta “nueva realidad”, las empresas químicas tendrán que implementar cambios drásticos, básicamente, en las siguientes áreas:

  • Desglobalización y localización de la cadena de suministro.
  • Digitalización.
  • El lugar de trabajo y la fuerza laboral del futuro.
  • Gobernanza ambiental, social y corporativa (ESG).
  • Resiliencia para mitigar el impacto de la actual tormenta y emerger fortalecidos.

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